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CUANDO SOY MENTIRÓGAMA

CUANDO SOY MENTIRÓGAMA

Tenía un tema en la cabeza que quería escribir. Bueno, siempre tengo muchos temas. Este era importante porque al ser mamá ha tomado una relevancia extrema.

No sabía como abordarlo, así que mejor les dejo mi pensamiento a manera de cuento.

Esta es la pequeña historia de llamada La Herencia de Los Mentirógamos. Enjoy!

“Esos cuentos que me cuentas no son más que cuentos.”, pensé. Nunca he creído lo que dice mi madre. Miente, miente y miente. De pequeña me decía que la luna era de queso y el sol estaba hecho de miel caliente. “Yo creí que era de cera, como las velas de la Iglesia” le dije.

“No, Clara, es de miel caliente. Un día tu abuelo me la dio a probar”. Yo lo dudé un poco. El abuelo Juancho también era mentiroso. Lo sé porque el me dijo que la luna no era de queso sino de betún de pastel viejo. Eso me hizo menos sentido aún. ¿será que yo también tengo esa herencia? ¿me habrá heredado mi madre el gen de la mentira? 

Todo esto pensaba mientras iba en el camión de la escuela. Iba rumbo a una excursión a la Montaña. Según la maestra de biología esta aventura tenía la intención de hacernos más conscientes de la cantidad de seres vivos que existen. Obviamente a mi madre le dije que la excursión de la escuela era ir a cazar. No se porque le dije eso. Creo que solamente quería crear polémica o estaba aburrida. Ya voy de regreso del bosque y no tengo más respeto a los seres vivos.

“Mamá, pero ¿por qué me dices mentiras? Eres una mentirosa!” reclamé un día.

“No soy mentirosa, Clara, soy Mentirógama, hay una gran diferencia”

“¿cuál?”

“Las mentirosas son malas, y las mentirógamas somos buenas. Las mentirógamas decimos mentiras buenas para hacer la vida más feliz. Las mentirosas dicen mentiras malas para hacer la vida más triste. Yo, vengo de una larga línea familiar de Mentirógamos, y tu también. No tengas miedo de tratar, cuando te salga una mentira buena, déjala fluir. Si hace tu vida más feliz y la de los demás, para que decirles la verdad. Esa es la diferencia”.

Después de escucharla hablar con tanta convicción, me quedé callada. De repente, todo tuvo sentido. No debería de sentirme mal por decir alguna mentira, mientras tanto fuera buena y para hacer feliz a la gente.

Discernir entre las mentiras malas y las buenas fue difícil. Yo tenía la responsabilidad de seguir con la tradición familiar de los Mentirógamos, pero nunca de los mentirosos.  Hubo una que otra mentira que se me fue del otro lado. Como cuando le dije a mi maestro de matemáticas que habían venido a la escuela su esposa a decirle que el perro había muerto, pero que ella no sabía si incinerarlo o enterrarlo, que debería ir a casa a decirle. Claro que el profesor salió pitando y todos fuimos felices. Aunque el fue muy infeliz. Ahí me di cuenta la línea tan fina que hay entre los mentirosos y los Mentirógamos. No solamente es la intención, sino el resultado. Me di cuenta que cuando cuentas mentiras., no debes contarlas como cuando cuentas cuentos. Debes tomar en cuenta como es que las escuchan los demás.

Ahora, cada vez que escucho una mentira, automática mi cerebro separa a los mentirosos de los mentirógamos. A los mentirosos no los escucho, a los mentirógamos, les aplaudo. Pues no hay nada más difícil que contar mentiras que no hagan daño a nadie y puedan generar felicidad.

He pensando en empezar a escribir un libro. Un libro de mentirógamos. Un lugar donde mi abuelo pueda contar su teoría de la luna de betún y mi mamá pueda explicar porque el sol es de miel. Yo pueda contar mis aventuras cazando en la excursión de la escuela. 

Mi conclusión de esta aventura en el Bosque ha sido que soy una orgullosa 5ta generación de Mentirógamos. Y seguiré la tradición. Aunque para mi la luna sea de chocolatina blanca.

Ser mamá ha reiterado mi condición de Mentirógama excepcional. Me encanta. A veces me preocupa confundir a mis hijos, pero prefiero ser Mentirógama a mentirosa. Mentirosas esas mamás que dicen que todo está bien o que todo está mal, que hablan en absolutos. Que nada les parece o todo dejan pasar. Mentirógamas esas que decimos que estamos haciendo pipí cuando en realidad estamos llorando en el baño. Las que decimos que ya es de noche cuando son apenas 6:30pm. Las que les leemos cuentos maravillosos hablando de que existen, las que les decimos que el verdadero Mickey vive en Disney y las que nos vemos al espejo y nos decimos “no te ves tan mal” cuando llevamos muchos días sin dormir.

Soy la reina mamá Mentirógama y me encanta.

Con el cariño de siempre, su MamáNoSabe de confianza.

CUANDO ME PIERDO EN SER MAMÁ

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CUANDO TE TOCA LA MONTAÑA

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