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CUANDO MIRO A MIS PAPÁS

CUANDO MIRO A MIS PAPÁS

Esta gran aventura de tener dos hijitos me ha llevado a correr caminos internos que nunca imagine recorrer. Uno de ellos revisitar, consciente o inconsciente, la relación con mis papás. 

 

Desde un lugar más de amor que de reproche, he visto nuevas caras de ellos. Los he visto de abuelos. Eso sin duda ha sido un cariño al corazón. 

 

Verlos pacientes, tolerantes, dándose el tiempo del mundo, disfrutando cada momento. Una fase que sin duda no les conocía. Ninguno de los dos fue así siendo papá. Hoy los veo saboreando los instantes, hoy los veo siendo grandes abuelos. Con una sonrisa única que me hace pensar que se sienten afortunados.

 

Parte de los ejercicios que he hecho en estas reflexiones, se basa mucho en la Pedagogía Sístemica, que palabras más, palabras menos, promueve que nuestros padres han hecho todo lo que podían y sabían, obviamente con la información que tenían en ese momento, y que entonces debemos honrar sus lugares, no juzgar sus lugares. Eso se dice fácil pero no lo es. Pero para nada lo es. Al contrario. Al menos a mí me ha costado muchísimo,

 

Si, hay varias cosas que podría juzgar, algunas otras que podría reprochar y, siguiendo su ejemplo, hay “áreas de oportunidad” que podríamos seguir trabajando. Como personas y en nuestra relación. 

 

Pero ser mamá cambió mucho esto. Les cuento.

 

Lo primero, los vi desde otro lugar. Mi equipo hoy no son ellos. Los quiero, los necesito mucho todavía, pero mi equipo no son ellos. Mi equipo es otro. Me pasaron a otra división. Quiero que mis papás todavía vengan a mis partidos, les comparto mis triunfos y mis fracasos, me echan porras, me dan consejos pero no son mi equipo. Mi prioridad no son ellos. Y sin querer, esto me hizo verlos con otros ojos. Con menos reproche y más amor.  Menos coraje y más compasión. Me hizo honrarlos y acomodarlos en el lugar en el que van. 

 

Segundo, los he visto como se vuelcan con mis hijos. Como los apapachan, como me escriben a diario a ver como van, como piden fotos, videos, como acomodan su agenda para verlos seguido. Como se han convertido en esta máquina de dar amor como nunca los había visto. Mi imagen de ellos era una versión un poquito más enojada con el mundo. Cuando están con mis hijos no lo están.

 

Tercero, los he disfrutado como papás desde otro lugar. Me han recordado lo rico que es ser de vez en cuando hija. Es delicioso ser hija. Ser mamá es medio de flojera a veces. Es muy cansado. Es muy retador y parece no tener final. Pero ser hija, pff, una delicia. Obvio se pagan otros precios, pero al final han sido y me han recordado lo disfrutable que es ser hija. 

 

Entonces, volteo atrás y me doy cuenta que si, hicieron lo mejor que pudieron con la información que tuvieron. Y si, es mucho más fácil honrarlos. Decirles gracias, mandarles un beso y voltear a ver a mis niños que me necesitan hoy.

 

Espero padres míos que no se molesten que les escribí en la misma carta (este disclaimer merece como siete posts completos de historia) cada uno ha sido distinto y tengo relaciones diferentes, pero han similitudes que me llevan a reflexionar así. 

 

Llegar aquí, ustedes, los niños, mi hermano, yo, nos ha llevado muchas risas y lágrimas. Kilómetros de viaje, reproches y silencios, pero hoy, desde las gradas, los veo, contenta de que están conmigo echándome porras, dándome consejos y a la vez dejando que a veces me equivoque en la alineación. 

 

“Donde manda Capitán, no manda la mamá del Capitán” le dije el otro día a mi mamá mientras era muy clara poniendo límites a mis hijos y no dejando que ella los quitara. Pero sin duda el capitán a veces si necesita que le echen porras y le digan que no está solo.

 

Me atrevo, y ni siquiera sé porqué, a dejar un consejo aquí por si le sirve a alguien. Los límites, como hijo, los pone uno. Me los pone Martín cuando me dice que el solo se va a poner la camiseta de Rayo Mcqueen y los pongo yo cuando le digo a mi mamá que yo decido como administro mi dinero. Si están esperando que sean sus papás los que marquen la línea de respeto, confianza, barreras, etc con sus hijos, con sus nietos no va a pasar. Lo sé. Ahora lo entiendo. Los papás no estamos programados para eso porque ser papá justamente es hacer absolutamente todo por tu hijo. Entonces tenemos como hijos esa responsabilidad también. A honrar a nuestros padres pero tenerlos en las gradas. Porque si fuera por ellos a veces serían delanteros, porteros, entrenadores y revisores del VAR. Es nuestra tarea darles sus boletos del estadio en preferente y decirles que su lugar está ahí. Me toca jugar a mí. 

 

A mis dos papás, a quienes reconozco su incansable lucha, coraje, tenacidad y ejemplo. Los quiero, los amo y los honro. Hoy estamos donde debemos estar. Que venga lo que venga. 

 

Estoy orgullosa de ustedes, de lo que lograron y lo que siguen logrando. Gracias por hacer lo mejor que pudieron. 

 

PD. Hay mil cosas todavía que tengo que perdonar, trabajar y asumir de los papás que me tocaron, pero hoy, en este momento decido enfocarme en esto y no en lo otro. Aunque siga siendo tema los días que voy a terapia. Tuve que aprovechar la foto, están juntos y sonriendo. Once in a blue moon... o cuando nació su nieta. 

 

Con cariño, 

Su HijaNoSabe convertida en MamáNoSabe

 

 

 

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