Categories

CUANDO PERDÍ Y PERDÍ

CUANDO PERDÍ Y PERDÍ

 

 

Llevo 3 años casi de ser mamá. Mi pequeño puchunguito está por cumplir 3 años. Repito, como lo he dicho muchas veces más, no tengo ni idea como ser mamá.

 

Sin embargo, tampoco es que haya hecho el pendejo estos tres años. He observado, he reflexionado y he aprendido.

 

Estoy convencida que nunca sabré como ser mamá porque cuando encuentras las respuestas cambian las preguntas. Ningún día es igual. Algo que funcionó ayer puede no funcionar hoy. Al final del día, estás tratando seres humanos, chiquitos y a veces incomprensibles, pero personas al final. Y esto, justamente por esto, no se puede controlar.

 

Una de las reflexiones a las que llegué en los últimos días fue la siguiente. Ser mamá me ha hecho perder dos cosas (seguramente más pero por lo pronto me enfoco en dos).

 

Perdí la figura y perdí la espontaneidad. Y no, este no es un post de mis intimidades.

 

Obviamente esto no quiere decir que era antes Cindy Crawford o la reina del “easy going chillax”. Ninguna de las dos, ni de cerca. Pero si antes existían un poco, ahora se ven muy lejanas.

 

La primera, se que se recupera. Poco a poco, gramo a gramo. Ahí voy. Hoy mejor que ayer. Falta un chingo. Ni modo. No podemos esperar resultados inmediatos. Se trabaja, se sana y se bajan los kilos. Eso lo sé, aunque se vea muy lejano, lo sé.

 

De la segunda, la espontaneidad, no tengo la respuesta. Mamás allá afuera! Aquí es donde me escriben a darme seguridad y sobretodo un estimado en días, jejejeje. ¿Cuándo puede regresar la espontaneidad?

 

Cuando me convertí en mamá, perdí toda capacidad de espontaneidad que tenía.

Según filosofía.org (pensemos por el bien de mi reflexión que es una fuente fidedigna) La espontaneidad es la característica de los procesos provocados no por influjos exteriores, sino por causas interiores;, la iniciativa personal. Un movimiento autónomo, generado por uno mismo.

 

Es una definición bastante genérica y simple, pero real. Eso es lo que he perdido, la iniciativa personal.

 

Lorenza, no seas exagerada, me dirán. Te estás tirando al piso, me dirán. Pues, ¿saben qué? No. No me estoy tirando al piso. Así lo he vivido.

 

Me convertí en mamá y mi vida poco a poco se conviertió en una agenda de nueva generación. Mi calendario del teléfono es mi mejor amigo y cada minuto de mi día tiene una razón.

 

Se agendan citas del pediatra, fiestas infantiles. Se agendan visitas de los familiares, se agendan playdates. Todo esto comparte espacio con mis reuniones de la oficina, mis pendientes, mis llamadas y este mes, con partidos del mundial.

 

Cada día tengo claro a que hora debo salir de casa, a que hora debo pasar por Martín, a que hora debo regresar a trabajar o mandar el documento. Inclusive lo que nunca hice, tengo perfectamente medido el tiempo que tengo para comer y como lo voy a utilizar. Muchas veces el manicure es más importante o por ejemplo, escribir este post.

 

Y esto, me guste o no, se que está en mi cabeza y no creo que se vaya nunca más. Inclusive mido cuando voy a una cena a que hora debo regresar a casa tomando en cuenta las horas que voy a seguro dormir porque los peques se levantan temprano.

 

Soy una fucking iCal humana y esto ha tenido consecuencias.

 

(iCal es el app del iphone de la agenda)

 

La primera: me di cuenta hace poco, por situaciones de la vida cotidiana, que empezaba a resentir a mi esposo porque en mi parecer, el no la había perdido. Su espontaneidad seguía intacta. Como si tuviera que perderla a fuerza o como si no hubiera perdido el también sus cosas. Y estoy segura que si le pregunto no pensaría lo mismo. Ha perdido también. Pero en mi cabeza quien verdaderamente la perdió soy yo. Y se que es injusto que lo resienta. Pero me empezó a pasar, así que por eso escribo, para trabajarlo.

 

La segunda: el falso control. Todas estas miles de actividades y tiempos programados te hacen sentir en “control”. Utilizo las comillas a manera de ironía porque como hemos platicado, ese control no exite. Entonces, en el momento que la reunión va tarde, el pediatra se tarda, la fiesta se extiende o la llamada la cambian, sientes que el mundo se te cae encima. Y esto, angustia. Angustia mucho.

 

La tercera y más importante (otra vez, para mí) es que a veces, perder espontaneidad, te hace dejar de escuchar tu instinto. Al querer tener todo planeado, tener todas las respuestas, tener anticipadas las preguntas, dejas de escuchar lo verdaderamente importante. Esa voz que te dice: no, deberías quedarte en cama hoy, no puedes dejar de toser. O esa voz que te alerta cuando sabes que tu hijo no está listo para hacer algo pero lo estás forzando. Esa voz que te recuerda que no le has puesto atención a tu relación de pareja y a lo mejor necesitan platicar de eso. Esa voz que puede escuchar a los demás. Esa voz que te recuerda que no siempre tienes razón.

 

No quiero perder la espontaneidad, quiero ganar mi institinto. Y tengo miedo que si lo hago seré una peor mamá.

 

Así que, como no soy de tirarme al piso, hoy, escribo que si, que he perdido mi espontaneidad. Que eso ha hecho que resienta a quien veo como espontáneo, que piense que controlo las variables, que deje de escuchar otras voces, inclusive mi voz interior. Pero que voy a hacer algo al respecto.

 

Este post, dedicado a mi, a mi voz interior, me compromete conmigo a no dejar que se vaya mi iniciativa. Así como los kilos que poco a poco se van, así me comprometo a trabajar conmigo para poco a poco dejar que fluya, que vuelva, que vuelva a escuchar.

 

No se si alguien se siento como yo, si si, cuéntenme. Cuéntenme que les ayuda, que las limita. Siento que vivir el proceso solas es muy tonto. Si podemos aprender unas de otras.

 

Desde un ambiente muy confuso, en donde la euforia mundialista se mezcla con la tristeza profunda de lo que está pasando en la frontera, les escribo. Les comparto, me abro con ustedes.

 

Siempre desde el corazón, Su mamá no sabe de confianza. 

CUANDO LLEGA JULIO

CUANDO LLEGA JULIO

CUANDO ME CANSO Y ENTONCES LE ESCRIBO AL PRESIDENTE

CUANDO ME CANSO Y ENTONCES LE ESCRIBO AL PRESIDENTE